Muchos de ustedes al igual que yo, hemos compartido momentos
venatorios que guardaremos para toda la vida. Son aquellos momentos que hacen
que cada jornada sea única, compartiendo historias pasadas, conociendo a nuevos
compañeros de caza y recordando los emocionantes lances vividos. Hechos e
historias que se graban en tu memoria como un hierro a fuego en tu piel.
Desde aquí desde ¡AL TOQUE DE LA CARACOLA! voy a presentaros
y a recordar a SALVADOR CASTILLA RABADÁN, gran rehalero y vecino de La Corte de
Cortegana, gran amante de los caballos y de la caza, y en especial de sus
perros y de la montería, que nos dejó este pasado fin de semana, el día 11 de
diciembre, a los 40 años de edad, tras una larga enfermedad.
La verdad que os puedo decir de Salvador, yo al igual que
otros he tenido la fortuna de haberlo conocido estos últimos 4 años de su vida
y se va una gran persona. Lo conocí en el verano del 2006 en unas fiestas de
esta bonita pedanía La Corte, ¡y como no! el tema de conversación fue la caza.
Me sorprendió el don de gentes que tenía, lo daba todo por ti sin pedir nada a
cambio, estaba siempre de risas y pendiente de los suyos.
Era una persona que se prestaba para todo, no le tenías que
decir nada. A mí que me veía casi todos los fines de semana, siempre nos
parábamos los dos a charlar de caza en la calleja y alguna vez se nos hacía
hasta de noche, el como rehalero se le llenaba la boca hablando de sus perros
incluso una vez estaba muy preocupado por una perra que había sufrido
importantes heridas a manos de un macareno, y le dije, ¡Salva no te preocupes
que se recupera! Y me dijo ¡eso espero, no veas la que me ha liado el jabato!
Ya en esta primavera me decía que se encontraba mal, que se
cansaba todo, nadie sabía que le pasaba ni el mismo.
Por fin llegó la temporada y como a cualquiera de nosotros
estaba deseando de empezar a cazar. Comenzaron las monterías y ahí estaba él,
el primero con su rehala, partiendo jaras y sacando cochinos, que eran lo que
más le gustaba, no se perdía ni un fin de semana, sino estaba en La Corte
estaba en Almonaster, o en Cortegana así como un sin fin de pueblos de esta
Sierra de Aracena y Picos de Aroche.
Llegando a diciembre se encontraba mal, se cansaba bastante
en su trabajo, pero a pesar de todo salía con su rehala a romper el monte,
aunque tuviera que tardar 10 minutos más que los demás, el cogía su mano y no
se dejaba ni una jara atrás.
Pero llegó el día que no pudo más, fue al médico y se lo
diagnosticaron, Salva había vivido numerosos lances con sus perros, se había
enfrentado con la ayuda de sus canes a muchos marranos, pero ninguno tan grande
como este, donde sus amigos y fieles compañeros de batalla, no le podían
ayudar, era una trágica lucha por la vida entre él y este enorme macareno, una
lucha de más de once días.
Puedo decir que se murió con los zahones puestos, rompió
jaras hasta sus últimos días y fue y es una persona muy querida por esta
sierra, como se vio reflejada por varias orgánicas y sociedades, guardando un
minuto de silencio en su memoria roto por un emocionante aplauso, como yo pude
presenciar este pasado fin de semana en la montería que se celebró en La Corte.
Él seguro que estará allí arriba mirando desde los cielos
nuestra querida Sierra Morena, sierra de la que él estaba enamorada, donde
podrá observar sus perros correr por un mar de jaras.
A la memoria de Salvador Castilla Rabadán con todos mis
respetos hacia sus familiares y amigos.
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